jueves, 18 de enero de 2018

LA CRISIS DE LA CIVILIZACION

LA CRISIS DE LA CIVILIZACION CONTEMPORANEA. Por Richard Pacard. La presente crisis del capitalismo supone a su vez la crisis de la civilización, victima esta última de las contradicciones inherentes del capitalismo triunfante. Esta crisis económica se percibe no ya como una crisis de tipo coyuntural, sino más bien estructural; llevándose por delante a una sociedad fragmentada, burguesa y débil, la cual ya no es consciente de cómo se solucionan los problemas derivados de un sistema que ha eclosionado amenazando los pilares básicos de las instituciones de los regímenes liberales. Los mitos capitalistas se van disolviendo en el tiempo, y ello va creando una percepción cada vez mayor entre la clase media trabajadora, de que toda esta macro-estructura está basada en la mentira, ahora la clase trabajadora está tomando conciencia de qué lugar ocupa dentro de la superestructura y ello le lleva a cuestionar a toda la sociedad. La conclusión es que otro mundo debe sustituir a este, el cual se basa en la división de dos clases fundamentales: los capitalistas, dueños y señores de los modos de producción y los trabajadores, simples marionetas de un sistema que siempre ha jugado en contra de ellos. Y que todo progreso, desarrollo y libertades, siempre se hizo a su costa, sin ser en ningún momento beneficiarios de las ganancias derivados de su sacrificio y esfuerzo. Más aunque sea paradójico, la clase media burguesa y trabajadora no hacen nada para solventar la presente situación, lo que le convierte en el colaborador necesario del sistema que lo oprime. ¿Se puede ser más idiota? Pues claro que si, por que optando por esta vía, llevados por un cruel egocentrismo reduccionista, está cavando su propia tumba. Ya que esto le vuelve insolidario con el “otro”, y con su suerte, pensando que el mal que vive su compañero, no le puede suceder a él, craso error ya que el sistema se aprovecha de esa insolidaridad para acrecentar más su poder y convertir a la clase trabajadora en un esclavo. Digamos que los trabajadores al convertirse en burgueses no se han hecho ningún favor, sino más bien que se traiciona a sí mismo al no ayudar a su compañero de clase. Lo que más le interesa al sistema opresor es que se mantenga esa insolidaridad estúpida e inútil, la cual le ayuda a crear las condiciones necesarias para el mantenimiento y supervivencia de la tiranía hacia una clase trabajadora que ya ha renunciado a su derecho a rebelarse y organizarse, en aras de sobrevivir y no perder las pocas migajas que le oferta el mismo sistema. No cabe duda que existen en la sociedad grupos alternativos que cuestionan el sistema y a la misma sociedad; pero esta se halla anestesiada, alucinada por el espejismo que representa el consumismo. Por otro lado, la presente crisis no es solamente económica si no espiritual; existe el desmoronamiento de los valores éticos y morales, nuevas formas de concebir la vida van apareciendo. La falta de referentes morales convierte a esta sociedad, en una sociedad inorgánica y débil ante los nuevos retos que se le plantean. Las nuevas tecnologías –sobre todo internet y las mal llamadas redes sociales- no hacen sino acrecentar la estupidez ya inherente y triunfante de las masas, y esto no quiere decir que las redes y las nuevas tecnologías no sean buenas, pero la inmensa mayoría de los individuos de este planeta no se hallan preparados, ni son responsables para aprovechar el beneficio que representaría en otro estadio que se encontrara la humanidad, en sus inmejorables beneficios. Una tecnología sin valores nos puede llevar a la catástrofe. Muchos economistas y empresas pretenden la reforma del capitalismo temiendo el resquebrajamiento del sistema actual. En esta coyuntura y en las actuales condiciones sociales y políticas, la reforma sistémica vendría a ser como si ellos mismos admitiesen el fracaso del capitalismo y de su ideología monetarista; con lo cual al poco tiempo los puntos de sutura se abrirían de nuevo; al capitalismo no se le puede reformar sino que se le debe destruir. No hay otra solución. La creciente superindustrialización –en el presente siglo- está creando más problemas que soluciones ante los retos y las amenazas que nos plantean las mismas contradicciones del sistema. Las condiciones laborales han retrocedido en derechos y en calidad profesional, llevados las macroestructuras (multinacionales) por intereses espurios, en muchas ocasiones inconfesables, su necesidad, dada la naturaleza del mismo sistema, de abarcarlo todo, controlarlo todo, acaba en una enfermiza codicia esquizoide llevada al paroxismo por la sed de poseerlo todo, en su afán de acrecentar sus grandes, ya de por sí fortunas; pueden llevar al medio ambiente a un nivel de destrucción sin precedentes, antes nunca vista en condiciones naturales. El ser humano se ha convertido en un gran depredador, en el enemigo número uno de la naturaleza de nuestro planeta, este se defiende desatando todas las fuerzas naturales que posee para abatir y destruir a la especie que le ataca. Normalmente a este proceso le llamamos “cambio climático”. Mientras esto todo sucede la gente sigue haciendo lo que está provocando ese cambio climático; siguen realizando aquello que ha provocado está crisis financiera y como su conducta no se aparta en lo más mínimo de otros aspectos sociales y políticos, por los que debería reaccionar, sino que son como ratas, las cuales prefieren no salir de su círculo concéntrico ya de por si totalmente enfermizo, no ve que en el horizonte de seguir por ese camino, no tardara mucho en sobrevenir la gran catástrofe, en forma económica y ecológica. ¡Se puede ser más idiota! ¿No? Pues sí. Por qué el ser humano está colaborando con su indiferencia a su propio empobrecimiento, y aún hay más, está participando con su egoísmo en la muerte de su propia especie. Pero que nos importa… al fin y al cabo… esto ocurrirá dentro de muchos años… quizás cien… o incluso seiscientos… lo importante es que a mí como individuo ya no estaré cuando venga la gran catástrofe, así piensa el necio, el estúpido. ¡Ah! Pero se me olvidaba de que tal como se están acelerando los acontecimientos puede que sea antes de lo que pensamos. Ya que todo esto está basado en meras especulaciones; la naturaleza tiene muchas formas de matarnos, por ejemplo acrecentando los fallecimientos por cáncer, accidentes de automóvil, contaminación, gripe contumaz, el caso es eliminar a este ser que pone en peligro la vida en el planeta. La élite corporativa es poderosa por qué a pesar de sus muchas diferencias son capaces de organizarse, y es consciente de que el resto de la población es incapaz de autoorganizarse, que aquellos que deberían de organizarlos están vendidos al sistema (sindicatos, partidos, grupos de interés, regímenes políticos). En esta deriva hacia la hecatombe global a la cual nos llevan nuestros dirigentes y principalmente las elites corporativas; ante la crisis de civilización en la cual vivimos, donde ya están disueltos los códigos morales y éticos, así como la disolución de las instituciones básicas como son: la familia y la religión. Cabe preguntarnos en este tiempo que marca la historia, si es posible otro formato de sociedad y por lo tanto otra concepción de la vida. Nosotros desde estas páginas si creemos que es posible otro discurso y por lo tanto otras maneras de concebir la vida. Desde luego, no desde los parámetros políticos, sociales y económicos que se vienen articulando desde el capitalismo. Este último es un dinosaurio a punto de perecer. La historia que es realmente la que nos enseña el devenir de los acontecimientos, se encargara de enterrarlo bajo las arenas del desierto. Con el sistema morirá también nuestra civilización, pero aún falta el estadio que marcara el fin de ambos, ya que no se atisba vuelta atrás. En algún momento pudo haber la posibilidad de una vuelta al origen, en este momento ya nos es imposible. Demasiado tarde para rectificar. En este momento que vivimos es el mercado el que regula a la sociedad, es el que impone las condiciones laborales y en cierto modo es el que marca nuestro estilo de vida. El estado solamente se limita a ver con pasividad e indiferencia el devenir del juego económico. Ha dimitido de su obligación de planificar, reordenar y orientar –si fuese necesario- las reglas del juego, no le importa en absoluto que el empresariado tenga en sus manos todo el poder y que este lo utilice para la defensa de sus intereses, imponiendo condiciones cercanas a la esclavitud, que es en el fondo lo que viene siendo la clase trabajadora del siglo XXI. A pesar de todo esto la sociedad acepta esta nueva forma de esclavitud, ya que es cortoplacista, en vez de reaccionar contra el sistema, acepta de forma tacita las migajas que este le ofrece, representado en un salario de subsistencia y miseria. Como dirían nuestros abuelos “pan para hoy, hambre para mañana”. Mientras esto sucede la oligarquía política como financiera se frota las manos al observar a sus esclavos tan ciegos e idiotas, como aceptan las reglas que los llevan a la miseria. Mientras los ricos se hacen más ricos y sus esclavos empobrecen paulatinamente. Recuerden: “Pan para hoy, Hambre para mañana”. Desde luego, nuestros abuelos sabían muy bien lo que costaría a corto plazo, lo caro que supondría la pasividad y el egocentrismo cortoplacista. El ideal de la elite corporativa seria el que dentro de una o dos generaciones hubiese desparecido el estado del bienestar y por esto la democracia. ¡Qué más da si al pueblo solo le interesa el futbol, la bebida, las drogas y poco más…! Desde luego, nos está bien lo que nos está sucediendo. Un pueblo que no es capaz de luchar por su libertad y por su dignidad, se merece lo malo que le pueda sobrevenir. A un pueblo tan vil, no merece ni el agua ni la comida que le puedan dar. Es un pueblo miserable, cobarde y falto de principios. Mientras la sociedad calla cobardemente, está se resquebraja, se disuelve, se fragmenta, se individualiza, firmando de esta forma la muerte de la civilización y de todo lo bueno o lo poco bueno que posee. Después como siempre nos lamentaremos. ¡Qué listo es el ser humano! La misma democracia corre peligro. El tirano tiene las puertas abiertas para su justificación en nombre de… bueno… es igual… ya lo inventara. Lo que no acabamos de entender es que la actual sociedad caerá por la tormenta de viento y lluvia, arrasándolo todo. El mundo de ahora desaparecerá para iluminar un nuevo amanecer. Yo no sé cómo será ese mundo, pero a estas alturas y en este estadio, cualquier cosa por mínimamente buena que nos ocurra, será mejor que lo que hay hoy. Todos los derechos que hemos obtenido a lo largo de la historia los ciudadanos del siglo XXI, como pueden ser: el derecho a la huelga, la seguridad social, en suma el estado del bienestar, etc., le son extraños al liberalismo, el cual los admite a su pesar. Y solo lo permite acuciado por el temor de una posible revolución; de ahí que también hubiera de admitir y hacer suyas todas esas conquistas, las cuales han sido conseguidas a través de una progresiva lucha social y política. De ahí que se revuelvan contra la idea de que en un futuro no muy lejano pueda instaurarse la Renta Básica Universal, ya que esto equivaldría a desplazar el poder político, social y económico hacia la clase trabajadora; no solamente tendrían mayor poder como consumidores, si no que a partir de ahí se abrirían las puertas hacia un posible deslizamiento hacia la consecución de una mayor conquista en diversas áreas sociales y políticas, evolución que nos llevaría a imponer nuestras condiciones en contra de lo establecido por las elites oligárquicas y ello conllevaría cambios drásticos en la estructura del estado, más son conscientes las elites corporativas que de ser así, esto vendría a ser el tiro de gracia del actual sistema, y esto no lo pueden consentir. El capitalismo ha concedido ya demasiados derechos a los mal llamados consumidores; en el estadio que vivimos hoy, hay muchos elementos contrapuestos al mismo sistema. De no frenar esta evolución y de no provocar a su vez una involución –evidentemente dirigida por el corporativismo- el sistema se irá disolviendo en el trascurso del tiempo. Ya que el mismo tiene síntomas de cuartamiento. La única solución pasaría por la socialización del trabajo y de las ganancias, derivadas de la producción, bajo una estructura estatal que planificara los objetivos que se persiguen a corto y largo plazo, pero ello no sería posible dentro de los parámetros capitalistas. No cabe ninguna duda que estamos asistiendo no solamente al cenit de un sistema, si no a una crisis de civilización profunda, la cual se llevara por delante toda estructura política, social, económica y religiosa. Todo poder será destruido por la codicia del hombre, incluida la presente sociedad. Hasta aquí el resquebrajamiento de nuestra civilización; también cabe decir que bajo este desmoronamiento está surgiendo formas nuevas de concebir la vida, diametralmente opuestas a lo que hoy existe; la pulsión de nuevas alternativas y movimientos surgen por una necesidad inherente en la persona que no concibe un mundo basado en la opresión de unos pocos sobre una gran multitud. El problema que surge es que dichos grupos luchan en solitario, aislados unos de otros, en su independencia pierden su fuerza, ya que no existe un común denominador que los una como una gran superestructura que sirva de contrapoder frente a las oligarquías corporativistas, los gobiernos y los estados. Sin embargo, pese a sus posibles intereses contrapuestos, no veo ningún impedimento en formar una confederación mundial que los integre a todos, por encima de partidismos e intereses políticos, conservando su autonomía y sus propias características (*). No dimitiendo cada organización de sus objetivos e ideales. Me refiero a todas las organizaciones no gubernamentales, las cuales crecerían en poder en financiación -no ligados a ninguna corporación ni partido-, ya que estos últimos son los que están provocando todos los problemas, ya que ellos son el problema. Ahí queda expuesta esta idea que habrá que desarrollar y debatir, se trata en suma de levantar un movimiento social independiente, trasversal; construyendo de esta manera un contrapoder, independiente de cualquier clase de poder, estando siempre al servicio del Bien Común, de la Justicia y así mismo participando en toda causa justa, concienciando a la sociedad de que si ellos participan otro mundo surgirá de las cenizas de este. Otra sociedad se abrirá paso tras la caída del capitalismo. Que hemos de derribar murallas entre nosotros y ayudar al “otro”. Ya que el “otro” es importante. El “otro” puedo ser yo. BIBLIOGRAFIA. 1. CONTRIBUCION A LA CRÍTICA DE LA ECONOMIA. AUTOR: KARL MARX (1818-1883). 2. EL CAPITAL. AUTOR: KARL MARX. 3. TEORIA GENERAL DEL EMPLEO, EL INTERES Y EL DINERO. AUTOR: JHON MAYNARD KEYNES (1936). 4. INVESTIGACION SOBRE LA NATURALEZA Y CAUSA DE LA RIQUEZA DE LAS NACIONES. AUTOR: A. SMITH. 5. OBRAS COMPLETAS DE ROBERT PACARD. SELECCIÓN DE CUADERNOS: RICARDO JOSE VAZQUEZ TAPIA (RICHARD PACARD). TEMA 3: BENPOSTA REUNE A REPRESENTANTES DE TODAS LAS COMUNIDADES POR EL 40º ANIVERSARIO. CUADERNO 1. (*). LA IDEA DE UN CONTRAPODER CONTRA GOBIERNOS, ESTADOS Y CORPORACIONES MULTINACIONALES, TENDRIA COMO UNICO OBJTETIVO, LEVANTAR UN PODER CONTRA EL MISMO PODER. AL MISMO TIEMPO PROVOCAR UN DEBATE EN LA SOCIEDAD SOBRE LA EXISTENCIA DEL MISMO Y SU DESARROLLO.